sábado, 21 de junio de 2008

Sinfonia negra

Eva colgaba sus muertos de la ventana,
para que el aire lamiera los rostros
preñados de cicatrices.
Ella miraba esos rostros y sonreía,
mientras el viento empujaba sus senos
hacia la noche agusanada.
Una orgía de aromas sacudía el silencio
donde ella se deseaba a sí misma,
y entre suspiros y adioses
un grillo ciego desmalezaba
sus antiguos violines.
Nadie se acercaba a Eva
cuando daba de mamar a sus muertos,
la cólera y el frío
se disputaban su adolescencia;
el orgasmo daba paso al horror,
el deseo a la sangre,
y pequeñas criaturas violentas
despegaban de su vientre
poblando los amaneceres
de luto y de pesadillas
luego, cuando todo quedaba en calma
y las sombras por fin
regresaban a su origen,
Eva guardaba sus muertos
besándolos en la boca,
y dormía desnuda sobre ellos
hasta la próxima luna llena.
Akira
Joselin

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